domingo, diciembre 24, 2006

Advenimiento


Apunta al cielo,
el gallo helado de la veleta.
Bruma,
tejiendo con el hielo un manto cristalino.

Plegaron ya sus alas,
duermen los ángeles.
Murmullos de buey y mula con la panza caliente.

Rumor en la ventana frente a mí;
camino sinuoso,
de arena y nieve.
Astillas en las manos,
temerosa ilusión del primer día,
con la mirada resuelta del que no espera nada;
un hombre, un niño,
con sal y azúcar,
Universo en los ojos,
pies en la Tierra.

Dios de los pobres,
del pan y el hambre.
Herencia milenaria
del que será negado.

El hijo de los hombres
afligidos,
desesperados,
perseguidos.

El niño que nace con cicatrices en la frente
y una eterna llaga en el costado.

Se sobresaltan los ángeles dormidos
¿Qué ha sido eso?
Nada, nada, sólo el viento que mueve la veleta.
Partamos, pues, Egipto nos espera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mezclas a Dios y al Diablo en tu poesía con un desparpajo que asombra. Estoy gratamente sorprendido.

Anónimo dijo...

Ella es blanca, muy blanca, como un copo de nieve, que se pierde en las pequeñas siluetas abstractas del infinito cielo, donde se llega a la estrella, que guia los caminos de cada ser que ama; desea paz; une los lazos de amistad y del amor, iluminando cada uno de nuestros corazones; ella es la estrella que cada uno tiene dentro de su alma.
Ella tiene el color de los ojos verdes, verde esperanza, color mar, donde los naufragos navegan en alta mar, para buscar un gran tesoro, que brilla con luz propia; ella es bella, muy bella, irradia sonrisa y llanto, recuerdos y nuevas sorpresas. Ella es grande. Ella es infinita; ella es dulzura, como ella, definitivamente, no hay ninguna.
Ella se viste de rojo, es atrevida, pícara, traviesa, niña grande, se llena de pasión, deseo en ella siempre existe; ella es luz, que enciende la llama de la vida; ella es mágica, como un hada, de cuentos maravillosos.
Yo me pregunto ¿Qué haría yo sin ella?
Ah! Ella es la reina, ella es la bella NAVIDAD!