sábado, octubre 28, 2006

Corceles azules del desierto


Vi amarillos desiertos
reverdecer en esmeralda, ante la lluvia torrencial de la azurita.
Contemplé a unos corceles
galopando en un monte, con sus patas de fuego y su belfo acerado.
Me asombró la codicia
que Venus demostró ante luz cegadora de una estrella sin nombre.

Después de tales cosas,
me atropella la duda cuando veo al anciano eremita
como lava su pena en secreta oración, dirigida hacia un dios que sólo él conoce.


"Un Dios que concebimos no es un Dios" (Gerhard T. Tersteegen dixit)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te sigo la pista. Un placer leerte. :¬)

Anónimo dijo...

Vuelvo a leerte y es redescubrirte, o redescubrirme, no lo sé, pero sólo vuelvo a la poesía que lo consigue. Y aquí estoy ;)