martes, octubre 31, 2006

1º de noviembre


Tejes tranquila
panzuda araña
la vieja puerta de celosía.
La aceitera en los goznes,
las viejas manos.
Es la hiedra tirana, dueña y señora del camposanto.

Musgo, mármol y algunos gatos,
sólos estáis.
A golpe de cincel,
terciopelo en los huesos,
sólos estáis.
Recosido el reloj al costillar,
herrajes oxidados,
solos estáis.

Ruinoso tañido en la espadaña.
Sólos estáis.

"Dormi sepolto in un campo di grano
non è la rosa non è il tulipano
che ti fan veglia dall´ombra dei fossi
ma sono mille papaveri rossi." (Extraído de "La guerra de Piero" Original de Fabrizio de André)

sábado, octubre 28, 2006

Corceles azules del desierto


Vi amarillos desiertos
reverdecer en esmeralda, ante la lluvia torrencial de la azurita.
Contemplé a unos corceles
galopando en un monte, con sus patas de fuego y su belfo acerado.
Me asombró la codicia
que Venus demostró ante luz cegadora de una estrella sin nombre.

Después de tales cosas,
me atropella la duda cuando veo al anciano eremita
como lava su pena en secreta oración, dirigida hacia un dios que sólo él conoce.


"Un Dios que concebimos no es un Dios" (Gerhard T. Tersteegen dixit)

jueves, octubre 12, 2006

Lloverá un mar entero


Después de permanecer tanto tiempo respirando amoniaco y gas metano; el aire al que llaman puro no me pareció tal. En la central térmica el calor era considerable; y ascendí por la escala de un gran depósito metálico. Desde allí, miré hacia el cielo de plomo; un deseo irrefrenable me hizo dar un primer grito. Siguieron otros muchos, tantos que me sentí ave rapaz. La lluvia era ahora persistente, eterna; y mi alma se serenaba lentamente. Intenté levantar el vuelo; pero, el agua empapaba mi plumaje. Llovió todo el día, toda la noche, llovió un mar entero, una vida entera. Quise ser pez en lugar de ave, en vez de hombre, y no por ello cedio la lluvia.

domingo, octubre 08, 2006

Emergeré del colector.


Llevo demasiado tiempo perdido entre colectores mefíticos. Aunque planifiqué mi huida minuciosamente, me arrastro por este albañal repugnante. Llego al fin, a una salida que posiblemente pueda traspasar. La reja no será impedimento, o eso creo. Fugarme llevando como único equipaje un abrigo viejo y una maleta llena con las hormigas que me ayudaron a tunelar la celda resulta arriesgado, pero, no había opciones; y no tuve valor para abandonar a su suerte a estos simpáticos insectos.